Leonor ha cogido miedo a conducir su propio coche
La princesa Leonor, a diferencia del año pasado, no se ha dejado ver conduciendo por Palma
La princesa Leonor sorprendió el pasado verano al conducir por Palma. Fue durante una salida familiar con su madre, la reina Letizia, su abuela Sofía y su hermana Sofía. Una escapada de chicas. Ropa, tiendas, una parada en una herboristería. Y, al terminar, Leonor fue quien las recogió. Era la primera vez que se la veía así. Al volante. Con seguridad. Había conseguido el carnet de conducir meses antes.
Para pasear por Palma, Leonor eligió un monovolumen moderno. Un modelo cómodo y discreto. Parte de la flota oficial de Zarzuela, que incluye 44 vehículos, entre ellos turismos blindados, autobuses y furgonetas.

La princesa Leonor tiene miedo a conducir
Pero desde entonces, no se la ha vuelto a ver conducir. Ni una sola vez. Y no es por comodidad. Ni por tener chófer. Ni por capricho. El motivo es otro. Más personal. Leonor le ha cogido miedo a conducir. Así lo aseguran fuentes cercanas a Zarzuela. No se trata de un simple desinterés. Ni de un gesto de princesa. Es algo más profundo. Una fobia. Una ansiedad real.
No se sabe si ocurrió algún susto o percance. No hay detalles. Solo se conoce el resultado: Leonor ya no quiere coger el coche sola. Le genera estrés. Lo pasa mal. Muy mal. Prefiere ir de pasajera. Ya sea con un escolta, con algún asistente o con un familiar. Aunque tiene el carnet, y aunque tiene un coche que es casi una pieza de museo, no lo usa.
Se desconoce si Leonor ha tenido algún percance al volante
Esto ha sorprendido a muchos. Porque Leonor siempre ha mostrado una imagen valiente, preparada. Y lo es. Pero también es humana. Tiene miedos, como cualquier joven de su edad. Con apenas 20 años, la presión sobre ella es enorme. Formarse como futura reina de España, prepararse militarmente, representar a la Corona… Y ahora, esto. Un bloqueo que le ha quitado las ganas de estar al volante.

En Zarzuela, se entiende. No se le fuerza. Tampoco se le exige. Prefieren cuidar su bienestar emocional. Que se tome su tiempo. Que recupere la confianza, si algún día lo desea. Por ahora, Leonor no quiere conducir. Y no hay indicios de que vaya a cambiar de opinión pronto. No es una cuestión de lujo. Es una cuestión de miedo. Un miedo que, por ahora, la mantiene alejada de su propio coche.