Leonor sospecha que su ligue en Elcano se la está jugando
Leonor ha comenzado a seguir los consejos de su madre para detectar a interesados
A Leonor le tocaba vivir la aventura de su vida en el Juan Sebastián Elcano, pero la travesía le ha salido rana. Lo que iba a ser una experiencia única se convirtió en un desfile de mareos, vómitos y fotos en bikini que dieron la vuelta a España y la dejaron con cara de circunstancias. Entre todo ese caos, Leonor pensó que había encontrado un respiro con aquel chico madrileño con el que se le vio compartiendo risas en cubierta mientras el resto seguía fregando la cubierta y aprendiendo maniobras.
Lo que no sabía Leonor es que su ligue de Elcano llevaba tiempo fardando en Madrid de que se haría con la Borbón en cuanto la tuviera cerca. Que todo estaba calculado y que el chaval, muy de postureo en redes y con ganas de saltar de puerto en puerto, tenía claro que este viaje podía ser su pase VIP a la fama, al dinero y al braguetazo del siglo.
Todo premeditado antes de subir a bordo
No era ningún secreto entre su grupito de amigos de Marín y Madrid que su plan pasaba por seducir a la hija de los Reyes de España en cuanto pisara cubierta. Entre risas y bromas, el joven presumía de que iba a conseguir que Leonor se fijara en él, que le sacaría todo el jugo posible y que, si jugaba bien sus cartas, se convertiría en el nuevo amigo especial de la princesa. Para él, todo era un juego de seducción y escalada social, algo que le garantizaría titulares, exclusivas y un apellido real que añadir a su currículum y sobre todo a su cartera y cuentas en redes sociales.
La realidad es que lo logró. Durante semanas, Leonor, necesitada de aire fresco en medio de su caos de responsabilidades, se dejó llevar por su encanto de chaval divertido y cercano, que le hacía desconectar de la presión de ser la Princesa de Asturias. Pero las cosas cambiaron en cuanto Leonor empezó a oler que algo no cuadraba y así se lo ha hecho saber en su llegada a Elcano.
Leonor ha tenido a Letizia de maestra en detectar interesados, empezó a sospechar. Su madre siempre le dejó claro que “no todos los que se acercan lo hacen por cariño” y que debía aprender a diferenciar el interés del afecto real. Y esta vez, todo apunta a que Leonor ha puesto en práctica esa lección con mano firme.